En este encuentro con Matías costa nos habló de cómo se gestó y ejecutó la exposición SOLO en el Centro José Guerrero de Granada, y de su contenido.
Un trabajo que da sentido al trabajo realizado desde hace casi 30 años, plasmado en distintas series fotográficas unidas por líneas discontinuas en las cuales no hay una relación directa pero sí hace guiños entre sí, haciendo un doble trabajo, el de cronista y el de poeta. Nació en Buenos Aires, en una familia procedente de Europa del Este, Italia y España y desbaratada por más de cien años de migraciones. Se exilió en España a la edad de cuatro años Su trabajo por tanto se centra en la memoria, la identidad, el territorio, la extrañeza de confrontarse a situaciones sobrevenidas en la vida, en las cuales uno se tiene que reconstruir, el desarraigo, el abandono, la orfandad.
Es periodista y fotógrafo. Cofundador del colectivo NOPHOTO y miembro de PANOS Pictures. Ha recibido distinciones como el World Press Photo o primer Descubrimientos PhotoEspaña. Es colaborador habitual de medios como El País Semanal, The New York Times o La Republica y su obra forma parte de colecciones nacionales e internacionales como la del Ministerio de Cultura, el CA2M o el Nederlans Fotomuseum de Róterdam.
La exposición recoge siete series realizadas en diversos lugares del mundo, desde el fotoperiodismo inicial (como en Hijos del vertedero (1995-1997), dedicada a la comunidad romaní que habitaba junto al vertedero de Valdemingómez. Pasa por El país de los niños perdidos (1998), un retrato de los huérfanos del genocidio de Ruanda. Y llega hasta los movimientos migratorios sur-norte, con el litoral europeo como puerto de llegada, en la serie Extraños (1999-2005)) a la mirada autoral y autobiográfica, como en Cuando todos seamos ricos (2006), un trabajo sobre el salto al capitalismo en la China posterior a las reformas de Deng Xiaoping Cargo (2008-2017), se ocupa de la concentración de barcos soviéticos varados en el puerto de Las Palmas de Gran Canaria. Viaja después a Panamá con la serie Zonians (2011-2013), para detenerse en un fenómeno postcolonial escasamente conocido: la comunidad de estadounidenses expatriados a Panamá. Eran los encargados de administrar el legendario canal que une dos océanos. La última serie, The Family Project (2008- actualidad) es un relato intermitente por las escenas primordiales que marcan la biografía de Matías Costa).
Estas imágenes solo se comprenden en su profundidad gracias a un árbol genealógico que se filtra entre las series, formado por fotografías, documentos y páginas extraídas de Cuaderno de campo, el formato experimental en constante progreso que le ha acompañado a lo largo de su carrera. Sus fotografías inéditas son reconocidas por coincidir con la materia de los recuerdos y las impresiones, es quizá ese uno de los mayores argumentos de sus imágenes, los ojos que las contemplan desconocen esos lugares puntuales o esos personajes que los habitan o transitan, pero los descubren de algún modo entrañables. De su experiencia de 5 años con vagabundos cuenta que fue duro, dramático, pero creó empatía y curiosidad para poder ver en ese escenario lo que quería contar. Explica que con la convivencia relativizas los problemas cotidianos, te adaptas a la situación y vives solo el presente.
Nos desvela que realizó un Cuaderno de campo el día anterior en exclusiva para la exposición del Centro José Guerrero.
Detectamos un hilo de esperanza en sus palabras: «Cuando vi mis obras frente a lienzos tan icónicos y sobrecogedores como La brecha de Víznar, Penetración o Paisaje horizontal, no pude evitar pensar en los exilios y retornos que los dos hemos vivido, en la importancia de la familia y el psicoanálisis, y en la herida, en esa grieta presente en todo que, como canta Leonard Cohen en Anthem, es la que permite que entre la luz».
En esta charla nos permite conocer a Matías no solo como fotógrafo, sino como persona, sus inquietudes, sus experiencias vitales, es reflexivo, retrospectivo. Pone en duda todo lo que hace, lo cual le crea una personalidad de inseguridad. El tipo de trabajo que realiza se enmarca dentro de la fotografía documental contemporánea o de autor. Parte de una historia concreta para construir una relato más evocativo y personal, menos descriptivo. Le gusta un lenguaje que deje mucho a la interpretación, al misterio, que la foto no esté terminada, quiere transmitir la contradicción entre lo que aparentemente está sucediendo y lo que hay debajo, lo que ha sucedido antes y lo que va a suceder, le interesa más una fotografía en la que se planteen preguntas más que respuestas.
En el aspecto técnico, utiliza una cámara del sistema X y GFX de Fujifilm de formato medio con predominio de ópticas fijas, que le permite una determinada gramática visual, cómo se sitúan los elementos dentro del encuadre. El procesado de las fotografías es bastante neutro y no muy técnico, quiere que recuerde a la película clásica.
Tipo de papel para cada serie: Fujicolor Crystal Archive Professional Paper – Máxima: “Poder hacer las copias de la exposición en sistema de revelado químico ha sido un privilegio y una grata sorpresa. El papel Máxima me ha proporcionado una saturación y una gama de colores extraordinaria”. El aspecto de copia clásica de papel en color es ideal para su tipo de trabajo.
Cuando todos seamos ricos, 2006
Joven nadando en el Lago Beihai. Lago adyacente a la la Ciudad Olvidada que en su momento perteneció al jardín privado del Emperador y hoy forma parte de un parque público. Pekin, China.
Extraños, 2005
Alrededores del Túnel de la Mancha, Sangatte, Francia. Un grupo de inmigrantes se dirige de noche hacia el Eurotúnel que comunica Francia con Inglaterra bajo el Canal de la Mancha. Su intención es ocultarse en los trenes o vehículos que cubren los 35 km de recorrido hasta el puerto de Dover. La mayoría de las veces son detenidos por la policía, que utiliza sofisticados métodos para localizarlos. Por lo general son devueltos al cercano campo de refugiados y vuelven a intentarlo la noche siguiente. Matías Costa.
Hijos del vertedero, 1995
Cuaderno de campo, 2010
The family project, 2010
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