La segunda ponencia, dentro del ciclo de “Pequeños apuntes de fotografía” que nos ofrece nuestro compañero Miguel Rufino tuvo lugar el pasado lunes 23 de noviembre y en esta ocasión se abordó el tema de “El continuo dilema del equipo fotográfico”.
Un tema algo más “terrenal” que el anterior pero igual de interesante. Miguel introdujo a los asistentes en el mundo del equipo fotográfico a través de una charla apoyada en imágenes de diversos autores que sirvió de base para el debate y confrontación de ideas entre asistentes.
Aquí dejamos la transcripción de esta charla:
«Solemos perder mucho tiempo y energía en tomar decisiones sobre nuestro equipo fotográfico, sobre todo en lo que se refiere a decidir marcas y modelos. Esta práctica nos conduce a menudo hacia la insatisfacción periódica con nuestro material y al sometimiento de lo que le interesa al mercado fotográfico.
Tengamos claras algunas ideas básicas.
• Hoy día, cualquier cámara y objetivo nos permitirá hacer una foto magnífica. No puedo olvidar los años en los que, por mi pobre economía, el poco dinero que tenía me lo gastaba en papel y líquidos para mis cubetas. Estaba enamorado de mi cámara estenopeica (caja de galletas con un agujerito) y las apasionantes horas en el cuarto oscuro, sin saber lo que iba a salir. Aún guardo algunos de mis estonopos de repuesto.
• A partir de un determinado tamaño de sensor, micro cuatro tercios, el 90% de las ampliaciones, al margen del tamaño que las queramos, serán magníficas en cuanto a su calidad.
Si además no estamos pensando en imprimir y solo vemos o enseñamos nuestras fotos en una pantalla, me atrevería a decir que un buen teléfono móvil también es válido.
• La técnica fotográfica es algo indispensable, pero solo para obtener el resultado expresivo que hayamos decidido.
Una fotografía perfecta desde el punto de vista técnico no tiene por qué ser buena.
• El equipo que tengamos es algo totalmente subjetivo y dependerá fundamentalmente del tipo de fotografía que practiquemos.
Es cierto que, si no tenemos unas determinadas herramientas, no tendremos unas determinadas fotografías. Como también es cierto que no usamos con la misma frecuencia todos los elementos de equipos muy completos en aparataje, poseemos muchas cosas “por si…”.
Sobre todo, tengamos claro que lo importante de nuestro equipo fotográfico es que:
– NOS PERMITA HACER EL TIPO DE FOTOGRAFÍAS QUE NOS GUSTAN.
-NOS SINTAMOS CÓMODOS CON ÉL DESDE UN PUNTO DE VISTA FÍSICO (esta es la llave de la libertad al fotografiar) Y PSICOLÓGICO (que nos inspire el tenerlo en las manos).
-CONOZCAMOS SU FUNCIONAMIENTO PERFECTAMENTE.
– NOS OLVIDEMOS DE HABLAR DE ÉL Y DEDIQUEMOS EL TIEMPO A LO IMPORTANTE…. FOTOGRAFIAR.
Por último, diremos que en nuestros equipos existen a veces muchas otras cosas. No voy a entrar en enumerarlas y objetarlas, solo me gustaría que os preguntaseis ¿realmente necesito esto? Si sois poco propensos a interrogaros, vigilad las veces que usáis un determinado elemento de vuestro equipo, esto será suficiente para establecer su necesidad.
LOS OBJETIVOS
Un equipo fotográfico tiene muchos elementos, a veces demasiados. Nos centraremos solo en los objetivos.
No creo que alguien cuestione que, en lo referente al equipo, lo más importante para un fotógrafo son “los cristales”, nuestros queridos objetivos. Tampoco discutiremos que los cuerpos de las cámaras nos serán infieles tarde o temprano, pero que un buen objetivo siempre nos acompañará, solo que en la tumba poco uso le vamos a dar.
Hoy día está superada la discusión de objetivos fijos o zoom. En cuanto a calidad existen las suficientes dosis tanto en unos como en otros, en cuanto a dimensiones y peso, ya es “otro cantar”. Si queremos alta luminosidad y pocos defectos ópticos, en el menor peso y tamaño posible, tendremos que buscar en el cajón de los objetivos fijos, por la sencilla razón que construir un buen zoom es más complejo que un fijo. Mi médico me tiene prohibido usar objetivos zoom, los de alta luminosidad, exceden el peso y tamaño de mis competencias vitales. A lo mejor con el tiempo, mi movilidad se verá irremisiblemente afectada y un buen y único zoom sea mi compañero de vejez. Que le vamos hacer “de perdidos al río”. Mi mujer tiene un maravilloso 12-40, creo que lo tiene “pegado” _a la cámara, ya que no se lo quita nunca.
Lo determinante de un objetivo es su calidad en cuanto a materiales y óptica. Su luminosidad, la distancia que me permite con el sujeto para que este tenga su protagonismo y, sobre todo, la compresión de planos que realice.
La distancia que nos permite con el sujeto y la compresión de planos están relacionadas con la distancia focal del objetivo, elegiremos aquella que más nos agrade y ese será “nuestro objetivo base”.
Una vez elegida ¿nos vale cualquiera de las existentes en el mercado? Es obvio que no. Un objetivo es nuestra “pluma” _para reflejar lo que fotografiamos, tiene su personalidad. Hay algunos buenos objetivos para una misma distancia focal en el mercado, pero no muchos. Sé de compañeros, amantes de una determinada distancia focal, que tienen hasta tres versiones de un mismo objetivo, por el hecho que cada una de ellas posee algo deseado que en las otras no se da. Cada fotógrafo debe elegir aquellos objetivos que más se ajusten a su estilo y obtener los mejores que se pueda permitir.
En este apunte, con todos mi respeto y admiración quiero dejar de lado campos tan interesantes como la fotografía de fauna, el mundo de la macrofotografía y otras especialidades afines. Vayamos a la fotografía que hacemos la mayoría de nosotros y hablemos solo de distancias focales, referidas a un formato completo.
Nuestro apreciado maestro Henri Cartier Bresson, a pesar de usar unos pocos objetivos, decía que con un 50 mm se podía viajar fotografiando “todo por todo el mundo”. El actual presidente de Leica, Andreas Kaufmann, añade el ruego que esa idea no la difundamos o su compañía se hundiría irremisiblemente.
Hay fotógrafos “fifty man/woman” _o “thirtyfive man/woman” _pero entre un 24mm y un 90 mm “anda el juego” _el 90% de nuestras fotografías. Por debajo de un 24 mm, nos tendríamos que acercar mucho al sujeto para darle una correcta representación, salvo que este sea un gran plano general. Por encima de un 90 mm, el sujeto está muy lejos y no podemos interactuar convenientemente con él. Aunque hay fotógrafos, dignos de tener en cuenta, que dicen que en nuestras bolsas no puede falta un 21 mm y/o un 200 mm macro.
Por mis manos han pasado muchos tipos de objetivos, producto de la habilidad del marketing y mis poco claras ideas. Ahora, más viejo y posicionado, solo hablaré solo de fijos “of course”.
Si me obligaran a elegir una sola distancia focal o fuese tan cómodo de no querer cambiar nunca el objetivo de mi cámara, usaría un 35 mm.
Si se me permitiese usar dos distancias focales, sin dudar tendría un 50 mm. y un angular que podría ser un 24 mm. o un 28 mm.
Si puedo llegar al lujo asiático de tener tres distancias focales estas serían un magnífico 50 mm., un pequeño angular, 28 mm o 24 mm. y un pequeño teleobjetivo, 75 mm. o 90 mm.
Yo llevo mi cámara siempre “calzada” _con mi apreciado 50mm. El 60% de mis fotografías están realizadas con esta óptica. El 50 mm. además de “haberme criado con él” _fotográficamente hablando, aporta la naturalidad que busco en mis fotografías. Además, me da la distancia necesaria a mantener con mis sujetos para que estos tengan su importancia justa, encaja con el grado de timidez-atrevimiento que me caracteriza. También me permite componer de un modo muy sencillo, en el encuadre entra lo justo y necesario, ni un fotón de más.
Ahora bien, en determinadas ocasiones necesito utilizar otros dos objetivos.
Cuando con el 50 mm, por diversas causas, no me puedo alejar del sujeto lo suficiente para lograr el encuadre que busco, utilizo otro próximo a él. Un 35 mm me resulta insuficiente cuando ocurre esto y recurro a mi segundo objetivo preferido, un 28 mm. tampoco cualquier 28 mm. Ahí están un 30% de mis fotografías. El 28 mm me posibilita ser rápido, espontaneo y muy libre cuando fotografío. Su uso es el de preseleccionar una determinada luminosidad (apertura de diafragma y velocidad de obturación) adecuada
con las condiciones del momento y mi pequeña joya me da la profundidad de campo necesaria como para no tener que enfocar. Simplemente me limito a encuadrar y disparar.
En otros momentos, cuando no me puedo acercar lo suficiente al sujeto o bien lo contrario, la confianza me da alas para abusar de su imagen con descaro, utilizo un pequeño teleobjetivo, mi 75 mm preferido. Esto completa el 10% de mis tomas. Lo que más valoro del 75 mm es su versatilidad para centrarme en detalles que me aíslan de todo lo que mis ojos ven.
Se podría decir que soy una persona de dos objetivos y medio, todos muy parecidos en cuanto a la estética que ofrecen. Que los dioses me los conserven.»
La Junta Directiva de AFOGRA agradece a Miguel Rufino su generoso gesto al compartir con los miembros de la Asociación sus inquietudes y propiciar un sano debate que tan didáctico puede resultar.
Algunos asistentes a la video charla. Un momento de la presentación. (Foto: Mariusz Majewski) (Foto: Miguel Rufino Ruiz) (Foto: Mijail Vallejo) (Foto: Mijail Vallejo) (Foto: Dimpy Bhalotia) (Foto: José Benito Ruiz) (Foto: Pepe Castro) (Foto: Miguel Rufino)
Deja tu comentario