Project Description
Eva Ortega Galdeano
Aunque actualmente vivo en Motril, nací en Almería, en una época en la que las fotos solo se podían hacer a blanco y negro. Menciono esto porque aún hoy en día, les encuentro un encanto especial a las imágenes que veo, realizadas así. Es más, desde pequeña, vi la cámara como algo familiar, pues mi padre, siempre acostumbraba a “retratarnos” con una Yashica analógica. Así que para mí fue algo natural el comprarme una en cuanto empecé a trabajar, analógica al principio, más tarde compacta digital, y con el tiempo, réflex.
Al principio y durante años solo realicé las típicas fotos en automático y de familiares y amigos, en viajes o salidas: se trataba simplemente de retratarlos frente a un fondo más o menos llamativo, de paisaje o monumento. Esto ocurría también durante las excursiones senderistas en las que participaba. Si tomaba alguna instantánea del paisaje a secas, era para intentar plasmarlo luego en alguna pintura al óleo, en unas clases a las que asistí con una profesora durante un tiempo.
En el 2013 decidí realizar un curso de inicio a la fotografía en Motril para familiarizarme con mi propia cámara y atreverme por fin a hacer fotos en “manual”. Posteriormente, en otoño de aquel mismo año, me inscribí en un taller de fin de semana de fotografía del paisaje. A este taller siguieron otros semejantes , y posteriormente la oportunidad de fotografiar y conocer a otros aficionados como yo en los cursos anuales que con salidas una vez al mes se realizaban en la Universidad Popular de Jaén.
Gracias a todas esas actividades, descubrí que si hay un momento en el que “vivo el presente “, eso que está ahora tan de moda, es cuando fotografío. Disfruto aún más que en las excursiones, donde siempre me quedo con esa insatisfacción provocada por el apenas “pararme” en un lugar cuando llego por fin a él, con las prisas y la obligación de seguir caminando, intentando adaptarme al ritmo de los demás. La fotografía se convierte entonces para mí, no solo en un fin en sí mismo, sino en un instrumento.
Más el problema de este tipo de fotografía, al menos en mi caso, es que soy incapaz de ir sola, pertrechada por si fuera poco de cámara y trípode, a un lugar aislado, por muy hermoso que sea. Mis compañeros de talleres en muchos casos, pertenecían a asociaciones fotográficas, y podían permitirse el lujo de hacer escapadas con éstas o con amigos aficionados a la fotografía (mientras que los míos debían armarse de paciencia, cuando me daba por llevar la cámara).
Así las cosas, y aunque había buscado en internet asociaciones si bien nunca me había atrevido a ponerme en contacto con ninguna, en febrero del 2020, me ofrecieron ir a un viaje a Madrid, como “simpatizante” de Afogra. Aunque de caracteres distintos unos de otros, me gustaron mucho mis compañero de viaje.
En octubre , gracias a la información y ayuda de dos personas de Afogra, solicité la admisión: por primera vez en mi vida entraba a formar parte de una asociación fotográfica.